Respuesta :

Este relato es extraño y lo escribí sin querer, me regalaron en navidad un teclado para el ordenador que sustituyese al antiguo veterano y para probarlo hice esto.


Y estaba yo paseando por aquel desierto de hiervas y matojos altos cuando me fijé en el hombre azul vestido de negro que portaba una carpeta y un bombín plateado que me dedicaba media sonrisa, en la que faltaban algunos dientes y otros eran negros, y me saludaba con la mano que le quedaba libre. De repente se volvió color piel y le apareció una entrañable barba blanca.-Cascadas preciosas hacen hoy- Dijo mirando al cielo y yo me vi obligado a acercarme a él y entregarle un billete de cierto dinero que recibió mirando hacia otro lado pero con la mano abierta queriendo lo que quería. Cuando se lo entregué dijo.-¿Te has fijado en que si alguien te dice “no eres nada” parece algo malo pero en realidad es bueno?- Aunque lo había expuesto en forma de pregunta no me dejó contestar y siguió hablando- Pero en realidad te está diciendo que no eres nada y por lo tanto eres algo y todo el mundo quiere ser algo ¿No crees?-Yo, como era normal en estas situaciones, le golpee el estómago y me puse a caminar sin rumbo por lo que ahora era un páramo de flores amarillas.Me desperté bruscamente pero aún seguía en un sueño y me tuve que despertar otras cinco veces en tres de las cuales al despertarme me encontré con una monja pintada de rojo con un anillo azul, un rinoceronte sentado en un sillón leyendo prensa deportiva que apenas inclinó hacia delante para echarme un breve vistazo y un hombre que por su aspecto se notaba que había sido árbol hace poco tiempo. La última vez que desperté me prometí que nunca más dormiría y aquí estoy, ya hace de aquello mucho, puede que unos veinte años o veintiuno pero seguro que no diecisiete.